Lago de Engolasters, entre lo mejor de Andorra que ver en un día

Dónde ahora está el Lago, había un valle fértil y bonito. Los humanos habían prosperado en el valle tanto en agricultura como en ganadería, eran ricos y poco hospitalarios.

Un día muy frío de invierno llegó a la villa un pobre hombre, al que nadie quiso hacerle caridad. Llegó a la puerta de la panadería, dónde salían mujeres cargadas de pan, y ninguna de ellas le ofreció nada.

Pidió a la dueña si, con lo que le quedaba de la pastera, le podía cocer un panecillo. Le dijo que sí, pero como el pan le salió lo bastante grande, no se lo quiso dar.

Muerto de frío, el pobre salió y se puso a llorar. La criada del hostal fue la única que tuvo piedad y que le dio un trozo de pan. El pobre le besó la mano y le dijo: ''Ya que has sido la única que ha tenido piedad de mí, tú te salvarás. Sal corriendo pendiente arriba''.

El pobre se marchó y la criada no había hecho ni cien pasos que se escuchó un trueno y comenzó a diluviar. La lluvia llenó de agua el valle hasta engullir la villa con sus habitantes dentro.

Acabada la tormenta, el valle quedó por siempre más convertido en un lago por culpa de la avaricia de sus habitantes. Y dicen que, en días de temporal, una voz que sale de la parte más profunda del estanque, clama dolorosamente ''¡Haced caridad a los pobres!''